viernes, 16 de enero de 2009

TOCARTE ASÍ...

Yo intentaré que te relajes completamente.

Tú intentarás disfrutar pero no te permitirás relajarte del todo.

Yo intentaré que olvides que estoy sobre ti completamente desnuda.

Tú intentarás tenerlo muy presente.

Yo intentaré olvidar que estás desnudo y a mi merced y procuraré centrarme en lo que hago.

Tú intentarás tocarme aunque no siempre podrás.

Yo incrementaré la energía de mi tarea para que te centres.

Tú me sugerirás fantasías relacionadas con lo que estamos haciendo.

Yo fingiré ser profesional pero me costará mucho teniéndote desnudo en mis manos.

Tú te dejarás llevar por las sensaciones que te proporciono.

Yo disfrutaré tocándote y acariciándote.

Tú notarás mis manos cada vez más ardientes sobre tu piel.

Yo notaré cómo tus músculos pierden tensión.

Tú seguirás intentando tomar las riendas aunque te haya dejado sin fuerzas.

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Yo habré conseguido darte un masaje.

Aunque… después de conseguir mejorar tu espalda, podríamos dejarnos llevar. Tienes que entender que me es imposible tocar tu cuerpo desnudo aunque sea de forma terapéutica y no excitarme. Y tú sugiriendo fantasías no has ayudado demasiado a que me concentre. Por cierto, cielo... ¿Has visto La Masajista?


lunes, 12 de enero de 2009

PERSUASIÓN

…y entonces él sacó una tira de raso negro y la utilizó para inmovilizar sus manos. Después le vendó los ojos y comenzó a acariciar todo su cuerpo mientras le susurraba preguntas sobre su blog.

“Dime, Nuria, ¿te inventas lo que escribes o lo has vivido?”

“¿Te gusta leer los comentarios que escriben los que te leen?”

“¿Te has cortado a la hora de escribir algo?”

“¿Disfrutas imaginando lo que hacen los hombres al leerte?”

“¿Cuál de tus textos te ha excitado más mientras lo escribías?”

“Pide un deseo que se parezca a alguno de tus textos”

La voz de Nuria, cada vez más entrecortada, respondía a las preguntas mientras su cuerpo respondía a las caricias que él le proporcionaba. Cada vez más caricias. Cada vez más preguntas. Más curiosidad satisfecha. Más excitación en las voces. En el aire flotaban susurros, gemidos y humedad.

Cuanto más excitada estaba ella, más le costaba razonar sus respuestas. Se esforzaba por contestar rápido pero el placer que la inundaba impedía que pudiese pensar y hablar con normalidad. Él sabía cómo mantenerla en un umbral de excitación altísimo, sin dejar que llegase al orgasmo. Ella intentaba ordenar sus ideas pero el placer y el morbo de la situación la sobrepasaban. Por eso más que Nuria, quien respondía era su excitación, su instinto. Para mentir hay que pensar, y en ese estado pensar es imposible. Sus manos y su boca excitando a Nuria eran la mejor máquina de la verdad.

-Dime, Nuria. ¿Escribirás sobre lo que está pasando ahora?

-Desde luego que sí.

-Bien. Ahora haré que te corras.

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En fin… seguro que comprendéis porqué me ha sido imposible negarme a volver a escribir aquí. Soy muy débil a según qué métodos de persuasión.